‘Battleship’, lo viejo y lo nuevo

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Battleship es una película que produce sensaciones encontradas por una sencilla razón: es tan excesiva e inimaginablemente grotesca en todos los sentidos (argumento, puesta en escena, diálogos, banda sonora, etc.) que te hace sublimar progresivamente el cerebro hasta que se convierte en “algo” tan entretenido como un palo para un niño pequeño.

Vende lo que promete, es un blockbuster de pura escuela Michael Bay que desborda los sentidos a golpe de estallidos y efectos especiales hasta el punto que colapsa la imaginación y suple las carencias de un guión etéreo con un relato universal de base (el joven brillante y díscolo a partes iguales que ante la crisis debe madurar y asumir sus responsabilidades), humor tontaina y patriotismo rancio. El mejor ejemplo de la sordidez intelectual del film es el personaje de Peter MacNicol, que aparece aproximadamente cada veinte minutos para soltar una pregunta que comienza con “me estás diciendo que…” que sirve para resumir lo poco que ha ocurrido hasta el momento, por si acaso, qué se yo, un bote de palomitas despistado ha perdido el hilo.

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Sin embargo, el despropósito y la irracionalidad del film se acaban convirtiendo en sus aliados gracias a las sutiles rastros de autoconsciencia que aparecen en el camino, ya sea a en forma de réplica adecuada o de idea sorprendentemente bien desarrollada, y, sobretodo, a la competencia que demuestra Peter Berg (Hancock, Very Bad Things), amigo y aprendiz del gran Michael Mann, al manejar de forma fantástica el sórdido material que tiene entre manos.

Y aquí es donde entran las sensaciones encontradas, porque tras la humareda de los fuegos artificiales hay un espacio para una sórdida y desternillante reivindicación de lo analógico dentro de un cine puramente digital, reflejado esencialmente en la descacharrante preparación de la batalla final o en el guiño directo al juego de mesa Hundir la Flota, en el cual se basa la película, tan risible y descerebrado como el film en sí. Detalles, en definitiva, que hacen de Battleship un film disfrutable por grotesco en el que lo único que se echa de menos es que alguien grite “¡tocado y hundido!”.

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