‘La Invención de Hugo’, y los sueños cine son

‘La Invención de Hugo’, y los sueños cine son 9

Hugo Cabret vive en las entrañas de una estación de tren, se mueve ágilmente por su esqueleto y accede a todos los relojes del edificio para calibrarlos y arreglarlos. De algún modo de él depende que el tiempo avance y se asegura de cumplir con su tarea, como bien le enseñaron su fallecido padre y su tío alcohólico. Un travelling frontal atraviesa los andenes y el vestíbulo de la estación y nos lleva hacia el chico, que está escondido detrás de uno de estos imperiales relojes, ajeno al tumulto, observando.

Martin Scorsese elige presentarnos a Hugo como un espectador, uno inquieto, intruso cuando rompe la cuarta pared y se integra en el bullicio para resolver el rompecabezas de su vida: la reparación del robot autómata, legado por su padre,  que debe revelarle como encajar en el espectáculo del mundo.

De esta forma, partiendo de los engranajes y mostrando las costuras, La Invención de Hugo se erige como un relato de descubrimiento del cine desde una perspectiva inocente y romántica con muchos puntos de partida y un solo destino. En su periplo Hugo e Isabelle descubren el placer por la contemplación, la emoción vivir aventuras, la belleza de la magia y los fascinantes secretos que hay detrás de ella. Es un viaje a través de ideas y fundamentos que una vez engranados por soñadores crearon el arte de hacer películas.

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La Invención de Hugo nos lleva donde empezó todo, a una estación que rememora uno de los primeros cortos de los hermanos Lumière y a la figura de Georges Méliès, mago y cineasta impulsor del cine fantasía.

Scorese recuerda a los padres y homenajea a la criatura capturando en la película la esencia más pura del cine. De la misma forma que la mirada de la cámara transforma la cotidianeidad en algo extraordinario y la reacción emocional del espectador hace palpitar la película, la mirada y la implicación de Hugo insuflan vida a un no-lugar como la estación, frío espacio de tránsito estrictamente funcional, y la convierte en un punto de encuentro donde las personas viven, se relacionan y protagonizan tiernas historias de amor que no terminan en una despedida.

Por esto la particular oda al cine de Martin Scorsese es, ante todo, un homenaje al espectador, a su mirada y a su implicación emocional, sin las cuales ninguna película tendría sentido. La Invención de Hugo no sólo rememora los orígenes del cine, sino también los de ese espectador fascinado por él y, con un espectáculo enorme creado con todas las posibilidades de la técnica moderna, llega al corazón como la primera vez e invita a emocionarse con un viaje maravilloso hacia el lugar donde se fabrican los sueños.

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