Como muchos sabréis, Rob Zombie estrenó en 2008 una revisión del clásico Halloween (1978), de John Carpenter, titulada Halloween: el Origen y, en verano de 2009 (y sin estreno en España), Halloween 2.
Dejando de lado lo evidente de que el remake/revisión era total y completamente IN-NE-CE-SA-RIO tengo que decir que el libreto sobre Michael Myers que ha realizado Rob Zombie es un trabajo muy, pero que muy interesante y digno de mención.
Michael Myers es un asesino psicópata que de niño mató a su hermana mayor (y en la revisión también al novio de ésta y a su padre) y fue encerrado en un centro psiquiátrico. Una noche, 18 años después, se fuga del centro y regresa a su hogar en Haddonfield (Illinois), dónde iniciará una carnicería asesinando adolescentes y a todo aquel que se le cruce por delante con un objetivo final: asesinar a su hermana menor, entregada en adopción después del incidente y que no sabe que al principio no sabe que el pirado de los huevos es su hermanito.
Michael Myers, además del primer slasher y el más cojonudo de todos los tiempos, tiene la peculiaridad de ser una especie de manifestación humana del mal. El terror que evoca el personaje viene dado por la pérdida de todo lo humano en él, ya que ni habla, ni siente emoción alguna, no nota el dolor, tiene una fuerza sobrehumana y su rostro se esconde bajo una máscara blanca con una expresión facial inquietantemente neutra.
La mágia que le daba John Carpenter era la naturalidad con la que el mal se expresaba en Michael, rodeando el personaje de una aura oscura, lejana, desconocida y temible. Que acojona un huevo, vaya.
La labor de Rob Zombie ha sido racionalizar y describir la transformación de Michael Myers de niño normal a monstruo implacable, en un intento de darle una causa de origen humano al surgimiento del mal más extremo y, valga la redundancia, inhumano.
En Halloween: el Origen, Rob Zombie se reinventa a sí mismo y a su modo de hacer cine. Sin descuidar su toque personal, despoja el film de los elementos más psicodélicos y agobiantes de su modus operandi habitual y se casca una hora y cuarto inicial de cine elegante, fruto supongo del tremendo respeto que le tiene al personaje como mito del terror.
Es extraordinaria la sobriedad de Zombie mostrando meticulosamente, ya sea con detallitos o con imagenes crudas y sangrientas, como todo rasgo humano de Michael Myers es absorvido por el agujero negro de su dolor interno hasta que estalla el mal.
Lástima que la segunda mitad de la película quiera ser un resumen del film de John Caprenter, pues una película de alta factura cae en la vulgaridad más prohibitiva de este género tan gastado y de este personaje que en unos minutos pierde la condición de terrorífico se había ganado de nuevo.
En Halloween 2 sigue en los mismos cabales de vulgaridad, aunque el trabajo que realiza Rob Zombie constituya una de sus mejores obras en el plano artístico. En la más que innecesaria secuela, el controvertido director vuelve a su firma característica: saturación de colores, montaje rapidísimo con una gran cantidad de planos distintos en una misma escena con la intención de distorsionar al realidad, figurativización de la locura, personajes con patillas (que no falten), etc.
La secuela, más que una guerra de poderes entre el hermano asesino y la hermana acechada, es un acercamiento fraternal, una conexión entre hermanos que llevan a la protagonista, Laurie Strode, al filo del abismo por el que cayó su hermano para acabar transformandose en un asesino despiadado. Interesante propuesta de muy difícil ejecución que termina en un enervante sinsentido en forma de resolución final.
De todos modos, lo que destaca en Halloween 2 es, como ya he dicho, la construcción artística. Rob Zombie se sale en la composición de muchos planos, dándoles una dimensión casi poética que el género de terror tenía olvidada. Además, en unos primeros 25 minutos de auténtico infarto hace añicos todos los convencionalismos del slasher cual Messi con una defensa de regional, pero con la diferencia que Zombie acaba chutando a la tercera gradería y se carga la película a nivel argumental. Una pena.
En definitiva, mi intención con esto era compartir mi visión personal de esta revisión de Rob Zombie, no muy bien tratada por crítica y público porque, seamos sinceros, no son grandes películas, pero es un análisis respetuoso que desprende gran admiración por el mito de Michael Myers y por su creador, John Carpenter. Por esto creo que vale la pena pararse a verlo, siempre y cuando uno sepa qué puede esperar de Rob Zombie, un realizador con un sello tan personal y asentado en la locura que antepone su concepción artística al entretenimiento; algo que no acostuma a suceder y que merece ser aplaudido.
Y sólo decir, como anécdota, que por norma general no me gusta nada el cine de Rob Zombie.
