‘The Girlfriend Experience’, el fracaso independiente de Soderbergh

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Steven Soderbergh es un cineasta contrastado y, como tal, se permite el lujo de alternar proyectos para el gran público con películas más independientes, más personales, dónde pueda dar rienda suelta a su estilo y a contar historias que disparen su fascinación. De este segundo cajón sale The Girlfriend Experience, un ejercicio de estilo en toda regla.

Todo lo bueno de The Girlfriende Experience reside en su planteamiento e intenciones. Narra a modo de medio documental-medio película-medio vídeo voyeur la experiencia de una prostituta de lujo (o novia de alquiler) acostumbrada a tratar con gente montada en el dólar, grandes empresarios y gente rica o acostumbrada a manejar el dinero.

Desde este particular punto de vista, Soderbergh intenta retratar la situación de crisis económica e incertidumbre que conduce a muchos a recurrir a una pareja artificial para huir de la realidad de su vida, vomitar sus problemas y desahogarse con las relaciones sexuales.

Hasta ahí resulta la mar de interesante pero, como ya he dicho, es todo intención. La triste realidad es que el atractivo punto de partida es completamente inmóvil, pues no hay avance ni desarrollo en la hora y poco que dura el metraje, convirtiendo lo que debería ser un retrato de un sector determinado (y desconocido para muchos) de la sociedad americana en mensaje sobre la vacuidad de las relaciones de pago que ni siquiera convence.

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Además, Soderbergh se emborracha de un virtuosismo fotográfico y se toma unas licencias artísticas que, además de terminar de hundir la película, provocan el tedio y el nerviosismo en el espectador.

Los juegos con la cámara y con la luz, planos muy alejados, los personajes desenfocados, los diálogos fuera de campo y un montaje hecho por un mandril borracho son la constante en The Girlfriend Expirience, dónde el desorden anárquico y sin sentido ahoga las posiblidades de contar una historia atractiva, condenándola al vacío absoluto.

Toda este carrusel de apariencia se resume en la protagonista, Sasha Grey, la actriz porno que tanto fascina a Soderbergh hasta el punto de apostar ciegamente por ella para esta película. Al igual que el film, Sasha Grey es todo apariencia y cero corazón, una cara bonita posando al infinito sin alma y sin ninguna muestra de sentimiento creible.

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En resumen, The Girlfriend Experience es un suculento envoltorio que envuelve una caja vacía, una falsa experiencia que no se puede agarrar por ningún lado y un producto absolutamente estático, lo que a mi entender es uno de los peores pecados que puede cometer una película porque sencillamente se queda en una lejana, vacía, intrascendente y prescindible nada.

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