Vidas desahogadas en la pileta

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En enero de 1969 (año erótico que decía el título de una canción de Serge Gainsbourg) se estrena La Piscina portagonizada por Alain Delon y Romy Schneider, Maurice Ronet y Jane Birkin. Un mes después, aparece un sencillo Je t’aime moi non plus interpretado por Jane Birkin y Serge Gainsbourg que daría la vuelta al mundo y fue censurado en muchos países, incluido España. Como es bien sabido, por su contenido erótico en el que la Birkin simulaba un orgasmo. Vamos, que entre el cine y la música, estuvo entretenida ese año la Birkin.

Vidas desahogadas en la pileta 12La película, que fue un éxito, viene a contar las relaciones que se establecen entre una pareja de amantes, Delon-Schneider y un antiguo amigo de él que fue amante de la Schneider. Para acabar de complicarlo todo, el amigo trae a su hija de 18 años, Jane Birkin, y que parece sentirse atraida por Delon y además es correspondida. A todo esto, la acción sucede en una villa de vacaciones con una piscina de tamaño considerable, alrededor de la cual se va desarrollando la trama, bien regada de copazos de bebidas alcohólicas y en la que se puede ver a los protagonistas a menudo en traje de baño, e incluso algún desnudo parcial de Romy Schneider.

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Cuando se rueda, la antigua pareja en la vida real, Alain Delon-Romy Schneider, ya se había separado. Alain había abandonado a Romy por otra mujer hacía relativamente poco, dejándola, como despedida, una nota y un ramo de flores; un detalle elegante en un momento tan doloroso, que dice mucho del actor. Al principio de la producción del filme, Jacques Deray, el director, que buscaba actrices y ya tenía fichado a Delon, se deja asesorar por éste y contrata a su antigua compañera sentimental. Demostrando ambos actores, de este modo, una profesionalidad formidable.

Verdad es que la primera parte transcurre lenta y no dice mucho, desarrollándose la historia en los pagos de la corrección. Pero verdad es también que, hacia la mitad la cosa cambia y toma un cariz policíaco y de tenso drama sentimental que hace aumentar el interés del espectador por lo que va pasando ante sus ojos.

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En fin, una propuesta sin muchas pretensiones, pero cabal y que merece la pena revisar, aunque solo sea por disfrutar de los duelos de miradas de Alain Delon y Romy Schneider: sencillamente hechizantes.

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